
La Infiltrada: Cine, memoria y la lucha contra ETA
Por Sergio De La Torre
@Delatorre_sg | @Delatorre_sg
Coordinador de @PoliciaSXXI
Elena Tejada, (Arantxa Berradre), tenía 22 años cuando entró en el corazón de ETA. Siete años viviendo entre asesinos. Siete años viviendo con el miedo constante de revelar en sueños su verdadera identidad a etarras como Kepa Etxebarria o Sergio Polo, cuyas manos destilaban pólvora y sangre. Su historia, llevada a la gran pantalla, es un monumento al valor de quienes lucharon sin capa mientras el Estado les exigía silencio y sacrificio.

¿Sabían que 64 personas fueron asesinadas por ETA durante su infiltración (1992-1999)? Entre ellos, Gregorio Ordóñez, ejecutado por la espalda a manos de una banda cuyos herederos hoy se pasean entre escaños. Tejada frustró una tregua-trampa en 1998, desarticuló el comando Donosti y entregó a sus verdugos en la estación de San Sebastián. ¿Su recompensa? Carteles con su rostro y la palabra «traidora».

850 ASESINATOS, 2.600 HERIDOS: EL REGUERO DE HORROR QUE PRETENDEN CONVERTIR EN UN “ERROR HISTÓRICO”
ETA no fue un «conflicto». Fue terrorismo puro. 850 muertos, guardias civiles ametrallados, niños mutilados, empresarios secuestrados y ejecutados. ¿Recuerdan a Miguel Ángel Blanco? Su asesinato marcó un antes y un después. Pero el “espíritu de Ermua” murió el día que se empezó a pactar con quienes justificaban su muerte.

Mientras las víctimas —como la hija del comandante Cortizo, desfigurada por una bomba en 1995— luchan por pensiones miserables, los verdugos disfrutan de sueldos públicos y son idolatrados. José Javier Arizcuren Ruiz, alias Kantauri, jefe militar de ETA capturado gracias a Tejada, hoy es un referente para Bildu que goza de concesiones penitenciarias y acercamiento al País Vasco. ¿Ironía? No, es pura cobardía política.
LA GRAN ESTAFA: DEL “CESE” DE ETA AL ASCENSO DE BILDU.
En 2011, ETA anunció el cese definitivo de la actividad armada y en 2018 su disolución. Solo cambiaron las pistolas Tokarev por corbatas y los pisos francos por escaños. Bildu, sus herederos políticos, no condena los crímenes, pero exigen derechos, mientras el PSOE, ávido de poder, les entrega tercer grado para asesinos, amnistías encubiertas y homenajes en plazas públicas.
Maite Araluce, presidenta de la AVT, lo deja claro: «Los terroristas son héroes; nuestras familias, números en fosas». Mientras Sánchez se niega a recibir a las víctimas, pacta con el partido de Otegi. El mismo Otegi que en los 90 ordenaba “socializar el sufrimiento”.

LA MEMORIA ROBADA: CUANDO EL CINE GLORIFICA A HÉROES QUE EL ESTADO OLVIDA
La Infiltrada arrasa en los Goya, pero Elena Tejada continúa exiliada. Su película es el reflejo de una España que fue valiente e implacable contra el terror. Hoy, en cambio, el relato oficial blanquea a ETA: los medios regados con dinero público se empeñan en hablar de «reconciliación», mientras en las instituciones se les rinde pleitesía y se financian películas que romantizan a los verdugos.
Araluce lo denuncia: «Nos tratan como un estorbo». Mientras terroristas como Sergio Polo, condenado a 110 años, pasean libres y disfrutan del tercer grado. La impunidad es la nueva moneda de cambio.
CADA PACTO CON BILDU ES UNA TRAICIÓN A LOS MUERTOS
Argala, ideólogo de ETA, decía que «la lucha armada es la única vía». Para sus herederos, hoy: la vía es Pedro Sánchez. Cada concesión a Bildu —amnistías, revisionismo histórico, dinero público— es una puñalada a quienes entregaron su vida por la democracia.
¿Qué queda de aquella España que infiltraba agentes en comandos? Nada, un país dirigido por miserables que pactan con quienes justifican a los que ayer ponían bombas y hoy exigen poder. Las víctimas claman, pero su voz se ahoga en el silencio cómplice de La Moncloa.

«Algo habrán hecho», decían los cobardes cuando ETA asesinaba. Ahora repiten: «Es el pasado». No, no lo es. Cada pacto con Bildu es sangre fresca sobre las tumbas de los 850, y esta vez, el culpable no lleva pasamontañas, viste traje y corbata.
RECONOCIMIENTO A LOS HÉROES SILENCIADOS Y UNA INVITACIÓN AL RECUERDO
A todos los que, como Elena Tejada, arriesgaron sus vidas en la lucha contra ETA: su sacrificio no debe caer en el olvido. Fueron ellos quienes, sin aplausos ni reconocimiento, lucharon con valentía y se enfrentaron cara a cara con el terror. Su labor fue fundamental para erradicar una amenaza que sembró dolor y sufrimiento en tantas familias españolas. A ellos, nuestro más sincero agradecimiento.

Y a todos los que deseen revivir esa lucha, les invito a ver La Infiltrada. Una historia de coraje y valentía, que refleja la cruda realidad que muchos han intentado borrar, pero que nunca debemos olvidar.
¡No dejemos que la memoria de los héroes caiga en el olvido!
