
Suecia: el fracaso de la política buenista y el futuro de España.
Europa lleva años aplicando políticas de seguridad basadas en el buenismo y la negación de la realidad. El resultado está a la vista: sociedades inofensivas que no tienen capacidad de defenderse frente a tipos violentos, delincuentes multirreincidentes campando a sus anchas y estados incapaces de proteger a sus ciudadanos.

El último episodio ha ocurrido en Suecia, donde Rickard Andersson, un hombre de 35 años y según informan, con evidentes problemas psicológicos y sociales, ha asesinado a 10 alumnos en una escuela de Örebro antes de quitarse la vida. No tenía antecedentes, pero su aislamiento y deterioro eran evidentes. Aun así, obtuvo licencia para cuatro rifles sin mayores controles.
3) Es fuego de subfusil. La presencia, cada vez mayor, de armas de guerra en Europa, es algo que toca abordar.
— Josema Vallejo (@JosemaVallejo) February 4, 2025
Otro debate a abordar es el de la salud mental. Seguro que del atacante se dirá que tiene problemas mentales. Salvo que sea blanco, que entonces será de ultraderecha. pic.twitter.com/fMUooqwzzr
Suecia: del paraíso al caos en tiempo récord
Suecia, antes modelo del Estado del bienestar, se ha convertido en el paradigma del fracaso de un sistema de seguridad basado en negar la realidad y tratar a todos los individuos como si fueran iguales.
La policía sueca ha reconocido que, debido a la «alta presión operativa», se eliminaron entrevistas personales en la concesión de licencias de armas. Un Estado que vigila cada aspecto de la vida de sus ciudadanos fue incapaz de impedir que un hombre socialmente aislado y con fracaso escolar accediera a armamento.

Mientras tanto, la violencia sigue escalando. Suecia ha pasado de ser uno de los países más seguros del mundo a liderar el ranking europeo de homicidios con armas de fuego. En los últimos años, los atentados con bombas y los tiroteos entre bandas han dejado de ser una anomalía para convertirse en parte del paisaje. La razón es sencilla: cuando se renuncia a ejercer el monopolio de la fuerza, los criminales ocupan el espacio que deja el Estado. Y eso es exactamente lo que está ocurriendo.
España sigue el mismo camino
Si alguien cree que este es un problema sueco, que mire a España. El modelo de seguridad que nos imponen es el mismo:
1. Fronteras abiertas sin control efectivo
España se ha convertido en la puerta de entrada a Europa sin una estrategia real de integración. Llegan miles de individuos sin intención de adaptarse a las normas occidentales y se replican aquí los modelos de sociedad paralela que han destruido sus países de origen.
2. Negación de la criminalidad
Los medios y las instituciones nos venden una España segura mientras los datos muestran un aumento constante de la violencia, delitos sexuales y homicidios. La información se oculta para evitar «alarma social», como si ignorar el problema lo hiciera desaparecer.

3. Justicia blanda con el delincuente e implacable con el ciudadano
El sistema sigue considerando que el principal problema es la «exclusión social» de los delincuentes, y no la seguridad de los ciudadanos, que quedan desprotegidos. Resultado: multirreincidentes con decenas de detenciones siguen en la calle sin consecuencias.
¿Reaccionamos antes o después del desastre?
Suecia reaccionó tarde y mal. Cuando la situación se descontroló, sacaron a los militares a la calle y endurecieron las penas, pero el daño ya estaba hecho: la impunidad caló en la sociedad y el crimen encontró su espacio.

España aún está a tiempo de frenar la caída. Pero hay que hacer justo lo contrario de lo que se está haciendo:
- Cerrar la puerta a la criminalidad importada, estableciendo mecanismos de deportación rápida para quienes no respeten las normas de convivencia.
- Aplicar una política de seguridad basada en la realidad, con tolerancia cero hacia la delincuencia y medidas efectivas contra la reincidencia.
- Reformar el modelo policial, dotándolo de herramientas legales y operativas para actuar sin la dictadura del buenismo ni la injerencia política.
Europa ha demostrado que la permisividad solo lleva al caos. La pregunta es: ¿aprendemos la lección antes o después de que sea demasiado tarde?