
Violencia desde las instituciones
¿Cómo se genera la violencia desde las instituciones para luego utilizarla políticamente? Os lo vamos a contar…
Anuncias que no habrá dispositivo de seguridad en un acto amenazado por radicales. Así la gente de bien no acude por miedo, la sociedad percibe que ciertos discursos son residuales y no merecen apoyo y que “la resistencia” a esos discursos es mayoría, aunque sea mentira.

Diseñas un dispositivo de reacción, no de prevención (el que evita la violencia), así permites a los radicales llegar a la puerta, entrar en el claustro y bloquear la entrada. A partir de ahí, cualquier actuación para permitir el acto, pasa por el uso de la fuerza.

Das órdenes para que se formen dos líneas de policías, cada una mirando a una parte de los presentes, de un lado radicales y del otro gente de bien. Poniendo así al mismo nivel a radicales boicoteadores con gente normal que sólo quiere acudir al acto.
Mantienes las líneas separadas por unos metros y estáticas durante mas de una hora. Así se genera la escalada de tensión y comienza el proceso de difuminar la culpa, puesto que algunas personas, hartas de recibir insultos y escupitajos, se encaran con los violentos.
Ordenas usar la fuerza sobre los que están hartos de ser insultados y vejados gracias a tu dispositivo, para decir que todos provocaron. Segundo estadio en la atomización de la culpabilidad, o d cómo la responsabilidad se difumina y no apunta a los verdaderos responsables.
Permites que la personalidad llegue a tres metros de la entrada, sin antes haber usado la fuerza para desbloquearla, así cualquier reacción de la protagonista del acto, será considerada como parte de la provocación (la violaron porque llevaba la falda muy corta).

Cuando la ponente esta en la puerta, la agarras para llevártela «por su bien». Este era el fin del dispositivo, hacer saber quién manda y permitir que el orden se imponga el caos. La autoridad se negocia, o sea, se democratiza, y deja de ser autoridad porque no se impone.
A partir de ahí, la autoridad no queda en un limbo, sino que pasan a ejercerla los violentos. «Aquí mandamos nosotros». Miles de episodios como este, donde no se actúa para «evitar males mayores» lograron que el mal se impusiese al bien en el País Vasco.


El plan es un éxito. Al permitir ocupar el espacio a los radicales antes que a la Policía (reacción sobre prevención) creas un escenario de violencia donde la responsabilidad y la culpa se difuminan. La traslación d ese mensaje por parte del poder mediático hace el resto.

Pero hay un fallo en Matrix. Macarena se zafa y va hacia la puerta. Los policías operativos dejan de cumplir órdenes y usan la fuerza para imponer orden sobre el caos y que el bien venza al mal. La autoridad deja de negociarse y vuelve a imponerse. Gana la libertad.
Todo lo que pasó ayer es responsabilidad directa de quienes crearon ese escenario, la subdelegada de gobierno en Granada, Inmaculada López Calahorro y los comisarios de Policía que participaron en la toma de decisiones, que pudieron incurrir en un delito de Prevaricación por omisión.




En un país serio, los verdaderos responsables se sentarían ante un tribunal, aquí podemos esperar sentados, lo más normal es que se lleven una medalla por ser muy buenos siervos y muy malos servidores.
